Sabril Winston Haider
sábado, 29 de agosto de 2015
miércoles, 26 de agosto de 2015
Lo que su gusto musical dice de usted
¿Hay algo más personal que tus gustos musicales? Esas canciones que te llegan al alma o te ponen a cien, que alcanzan el centro geométrico de tu emoción y alteran sin intermediarios tu estado de ánimo, ¿no son el producto más destilado de tu elección consciente? Bien, pues, en una palabra, no. Los psicólogos experimentales de Cambridge han demostrado que los gustos musicales de la gente son harto predecibles. Basta conocer el estilo de pensamiento de una persona —si tiende a empatizar o a sistematizar— para adivinar qué música le gusta. Y los pormenores son muy interesantes, sigue leyendo.
La cuestión no es si a uno le gusta el jazz o el tango, la clásica o el calipso, el rock o el pop. Esas son unas cuestiones no solo vastas, sino también bastas: la clase de pregunta cuya respuesta no sirve para nada. La cuestión es mucho más sutil e interesante: si dentro del jazz lo que te gusta es Billie Holyday o es John Coltrane; si como oyente clásico prefieres a Mozart o a Bartok; si al escuchar pop te ponen los Beatles o los Stones, y qué canciones de los Beatles o los Stones. El diablo mora en los detalles. Siempre lo hace.
David Greenberg y sus colegas de la Universidad de Cambridge muestran empíricamente en PLoS ONE que la música que le gusta a una persona se puede deducir fácilmente de suestilo de pensamiento, un parámetro psicológico que divide a los humanos en dos grandes categorías: los empatizadores, que basan su comportamiento en evaluar y responder a las emociones de los demás (y, por tanto, son más de Mozart); y los sistematizadores, que se dedican más bien a descubrir las pautas y regularidades que esconde el mundo (y se quedan con Bartok). Esta teoría se debe al psicólogo de Cambridge Simon Baron-Cohen, que firma el trabajo como segundo autor.
Un número creciente de investigaciones psicológicas y sociológicas utilizan como materia prima las redes sociales, y la de Greenberg y sus colegas es la última de ellas. Han reclutado a 4.000 participantes mediante la aplicación myPersonality de Facebook, que pide a los voluntarios someterse a una serie de cuestionarios psicológicos. Unos meses después, los científicos piden a esos mismos voluntarios escuchar 50 piezas musicales y ponerles nota. Las piezas pertenecen a 26 géneros y subgéneros musicales, para asegurar que el género da igual, y que son las preferencias dentro de cada género las que cuentan.
Los resultados son estadísticamente nítidos: los empatizadores prefieren el rythm & blues, el rock suave —nadie ha compuesto baladas más sentidas que las fieras del heavy—, la canción melódica y los cantautores. Los sistematizadores prefieren darle al rock duro, el punk, el jazz de vanguardia y otras construcciones melódicas complejas y sofisticadas, la clase de música que nunca se oye en un ascensor. Seguro que el lector ya sabe en cuál de los dos grupos se sitúa.
El cerebro y primer autor del trabajo, David Greenberg, no solo es un doctorando en psicología, sino también un saxo tenor de jazz formado en Nueva York. “Sería posible”, dice a EL PAÍS, “mirar a loslikes de Facebook de una persona, o a sus listas de reproducción en iTunes, y predecir su estilo cognitivo, o estilo de pensamiento”. No cabe la menor duda de que esto interesará a los empresarios del sector. Que, por cierto, obtendrán esa información gratis de Greenberg y PLoS, mientras que ellos no sueltan ni media.
Los empatizadores prefieren el rock suave y los cantautores. Los sistematizadores le dan al rock duro y al punk
Uno de los parámetros que utilizan los científicos de Cambridge es la “profundidad cerebral” de una canción. ¿Qué es eso? “Se basa en la complejidad estructural que suele escucharse en los géneros de vanguardia”, responde el psicólogo yjazzman. “La estructura armónica de Giant Steps [la cima del periodo hard bop de John Coltrane] cumple sin duda esas características. Pero la música de Coltrane es tan interesante porque no solo tiene todo ese nivel de profundidad cerebral, sino también una gran profundidad emocional”.
El psicólogo Greenberg jamás habría concebido este experimento de no ser por el músico Greenberg. “Mientras estudiaba jazz en Nueva York, me di cuenta de que algunos de mis profesores enseñaban con un enfoque empatizador, y otros con una estrategia mássistematizadora. Eso me dio la pista de que los estilos cognitivos podrían explicar las diferencias individuales en que la gente interactúa con la música”.
Si te molesta desnudarte en público, evita poner música en las fiestas.
Fuente original: http://elpais.com/elpais/2015/07/24/ciencia/1437765690_381696.html
martes, 25 de agosto de 2015
Confusión
Nombre de la obra: ConfusiónArtista: Sabril Winston HaiderArte…o al menos Pollock, lo podría llamar así, el concepto de arte es tan subjetivo que hoy en día cualquier cosa es arte. No obstante, éste artista destacaba por realizar pinturas improvisadas, con rayas, gotas de pintura entre otras. Incluso a veces llegaba y botaba los tarros de pintura ¿No me creen? Aquí dejo una breve biografía de él.“Paul Jackson Pollock (28 de enero de 1912-11 de agosto de 1956) Fue un influyente pintor estadounidense y una importante figura en el movimiento del expresionismo abstracto. Era reconocido por su estilo único de salpicar pintura.Pollock era una persona aislada y con una personalidad volátil, tenía problemas de alcoholismo los cuales enfrentaba día a día durante toda su vida. En 1945, se casó con la artista americana Lee Krasner, quien se convirtió en una influencia importante en su carrera y legado.1Pollock murió a la edad de 44 años en un accidente automovilístico debido a que conducía en estado de ebriedad. En diciembre de 1956, meses después de su muerte, Pollock fue conmemorado con una retrospectiva en el Mueso de Arte Moderno de Nueva York.”Nombre de la obra: Number 1Artista: Jackson Pollock
Sombra de gato
Hay un gato
en el techo de mi casa, está observando algo, pero no sé qué es ¿Qué pensará
sobre aquel objeto desconocido? ¿Representará una amenaza para él? ¿O tal vez
algo para comer? Sólo él sabe lo que piensa ¿Y qué pensaran los gatos? ¿En
comida? ¿En ratones? ¿En otros gatos? ¿En los humanos? ¿En la vida? No puedo
observarlo bien, sólo puedo ver su sombra, si tan solo pudiera acercarme a él,
más allá de su mente, tal vez podría saber en qué está pensando ese gato.
Sabril Winston Haider
domingo, 23 de agosto de 2015
Suicidio
Ella siempre estuvo sola, pero por desgracia ninguna persona se dio cuenta de aquello. Y fue así, como un día cualquiera de invierno, nublado y con mucho frío, decide darle fin a su vida para ahorrarle problemas a los demás. Sin pensarlo dos veces, coge unas cuantas pastillas. Sin embargo, al mismo tiempo, coge un lápiz y una hoja. Dejando escapar un leve suspiro comienza a escribir:
"Yo solo quería una vida normal, pero el día de hoy me he dado cuenta, qué sólo soy un relleno, un estorbo para todos, por ende, para qué mis seres queridos ya no tengan más problemas en sus vidas, les haré el favor de al menos erradicar uno"
Rato después, la chica traga de una sola vez los remedios y lentamente se duerme.
Sabril Winston Haider.
"Yo solo quería una vida normal, pero el día de hoy me he dado cuenta, qué sólo soy un relleno, un estorbo para todos, por ende, para qué mis seres queridos ya no tengan más problemas en sus vidas, les haré el favor de al menos erradicar uno"
Rato después, la chica traga de una sola vez los remedios y lentamente se duerme.
Sabril Winston Haider.
sábado, 22 de agosto de 2015
El drama de evitar tirarse al drama
GUADALAJARA, JALISCO (01/AGO/2015).- La crisis en el cerebro de la joven
protagonista de la película “Intensamente” se desencadena con el estrés de una
mudanza. Una suma de frustraciones hace que aflore una emoción que hasta ese
momento no había tenido demasiado peso: la tristeza.
La espídica y positiva alegría, hasta entonces capitana de las emociones de la niña, observa con horror cómo los recuerdos vitales de ésta comienzan a volverse tristes y decide resolver el problema encerrando a la tristeza en un círculo de tiza.
A través de un viaje en paralelo por el mundo interior y exterior de la preadolescente, el último éxito de Pixar nos enseña que bloquear las emociones es un grave error.
“En el mundo actual es bastante común negar la tristeza”, afirma la psicoterapeuta Gestalt Lola Sánchez Lebrato, “nuestra cultura del bienestar niega todo lo que tenga que ver con el dolor”.
Ella lo comprueba semanalmente con pacientes que le relatan episodios tristes de su vida con una sonrisa en la cara. A veces, incluso riéndose.
Ocurre todos los días, dentro y fuera de la consulta.
¿Quién no conoce a alguien que tras una ruptura sentimental se ha fundido la cartera en copas y ha bailado hasta las seis de la mañana, como si en vez de haber roto con su pareja estuviera celebrando que no le ha quedado ninguna asignatura para septiembre?.
Aunque los amigos puedan deducir por sus salidas frenéticas que esta persona es totalmente insensible a lo que ha ocurrido, muchas veces la huída hacia adelante se produce de manera inconsciente. “El bloqueo de una emoción puede ser un mecanismo automático de protección. Cuando la tristeza y otras emociones desagradables son muy intensas o nos generan sensación de descontrol, tendemos a negarlas.
Lo cual, en general, tiende a amplificarlas”, explica Gonzalo Hervás, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y experto en emociones y psicología clínica.
¿Qué ocurre si no dejamos fluir la tristeza?
El profesor Hervás responde que en ocasiones pueden generarse trastornos de ansiedad o de somatización, como problemas dermatológicos o del aparato digestivo.
“Aunque la mayoría de las veces la consecuencia es la depresión”, afirma, “por ejemplo, cuando tras una muerte cercana la persona no es capaz de vivir el duelo con normalidad”.
A la hora de darle rostro a la tristeza, los creadores de “Intensamente” eligieron un personaje gordo, con gafas y un suéter de cuello de tortuga pasado de moda: un estereotipo de lo que nuestra sociedad consideraría impopular. “Desde pequeños aprendemos que la expresión de la tristeza no está muy bien aceptada, nos empiezan a castrar esa emoción diciéndonos: no llores, no pasa nada”, afirma la psicóloga Sánchez Lebrato, “las personas tienen la sensación de que si se muestran tristes ante los demás no les van a aceptar”.
“Los caracteres optimistas y las personas impulsivas son especialistas en negar la tristeza”, prosigue Lola. “Cuando una amiga o un familiar les comunica que le han detectado un cáncer de mama, una respuesta muy común es: “Bueno, bueno, si eso está ahora muy controlado, ¡no hay problema!””.
Pero negar la tristeza no acaba con ella, de igual modo que construir un dique no hace que se evapore el agua. La psicoterapeuta ha tratado a pacientes a quienes esa pena que no se procesó en su momento les ha brotado años después. Esas personas acaban reconociendo, por ejemplo, que cuando murió su padre no fueron capaces de llorar, o que cuando su hijo sufrió un accidente tuvieron que hacerse fuertes para asumir lo que se le venía encima a la familia.
Beneficios de la tristeza (Que los hay)
Junto a la ira, la alegría, el asco, el miedo y la sorpresa (esta última, por cierto, sin personaje en la película de Pixar), la tristeza es una de las seis emociones elementales que se generan en el sistema límbico de nuestro cerebro, concretamente, en la amígdala cerebral. Gonzalo Hervás explica que su activación no depende sólo del entorno: “Lo que percibimos, lo que interpretamos, nuestra personalidad y nuestros recuerdos son cuatro elementos clave en el proceso de generación de emociones a nivel psicológico”.
El miedo nos pone alerta para reaccionar con rapidez ante una amenaza; el asco produce respuestas de escape ante situaciones potencialmente dañinas; la ira moviliza gran cantidad de energía para actuar sobre un comportamiento externo que consideramos injusto. Todas las emociones provocan reacciones fisiológicas y motoras encaminadas a promover una respuesta determinada. “En el caso concreto de la tristeza, lo que se genera es inactividad y desmotivación, así como un ligero aumento de la actividad cardiaca y neurológica. Sirve para fomentar la reflexión y el análisis tras una pérdida o un fracaso, para ahorrar energía después de una época de mucho desgaste o para pedir ayuda y evocar comportamientos de cuidado en otros”, desarrolla el investigador.
Este último aspecto es clave, porque las emociones también cumplen una función social.Observar la expresión de las emociones en los demás nos permite anticipar sus reacciones y adaptar nuestra conducta. Si estamos discutiendo con alguien y vemos que empiezan a llorarle los ojos, probablemente sintamos empatía y nos apacigüemos un poco, algo que no ocurrirá si esa persona finge que lo que le decimos no le está afectando. Negando la tristeza, además de empeorar las cosas, también nos estamos perdiendo la ocasión de recibir un abrazo largo y cariñoso que nos recuerde, en un momento vulnerable, que no estamos solos en el mundo.
¿Pastillas a la mínima? No
El profesor Hervás es especialista del campo de la regulación emocional y recomienda “vivir las emociones de forma equilibrada, ni dándoles la espalda, ni volcándonos en ellas en exceso olvidando el resto de nuestra vida”. Suena como algo sencillo de hacer, pero no debe de serlo tanto cuando el consumo de ansiolíticos y antidepresivos crece en España sin parar desde el año 2000. Los psiquiatras se quejan de que los pacientes solicitan medicación a la mínima para suprimir emociones que se disiparían solas dejándolas reposar el tiempo suficiente.
Narcís Cardoner es psiquiatra y responsable del Proceso de Depresión y Ansiedad del departamento de Salud Mental de Parc Taulí Sabadell, utiliza técnicas de neuroimagen basadas en resonancia magnética para visualizar qué áreas de nuestro cerebro se activan cuando reaccionamos a las distintas emociones. “Estamos viendo que las personas que utilizan regiones asociadas con el pensamiento abstracto y racional consiguen regular mejor la respuesta emocional que aquellos en los que predominan las respuestas más inmediatas”.
Y pone un ejemplo: “Si has sufrido una decepción porque tu jefe te ha dicho que has entregado un trabajo horrible, puedes pensar que eres un inútil, que lo has intentado pero que no sirves para esto y que mejor lo dejas. En cambio, si analizas en positivo y piensas que tu jefe y tú tienen puntos de vista diferentes, buscas una alternativa e introduces algunos cambios, consigues darle un sentido a lo que ha ocurrido. El malestar lo vas a tener igual, pero has atenuado la emoción y eso te ha permitido seguir avanzando”.
La obligación de 'estar' feliz
“Nuestra sociedad cada vez tiene menor tolerancia a cualquier tipo de sufrimiento y malestar. La necesidad de sentirnos felices hace que muchas veces no soportemos convivir con la tristeza”, reflexiona Narcís.
“Debemos aprender a aceptar que no siempre vamos a conseguir lo que queremos y que, además, vamos a sufrir pérdidas”.
Aspiramos a un trabajo en el que nos sintamos totalmente realizados, pero que tenga un buen sueldo y nos deje tiempo libre; experiencias nuevas, viajes exóticos y, también, ahorrar; queremos cultivar nuestros lazos familiares sin renunciar a tener tiempo para nosotros mismos el fin de semana; una relación amorosa duradera en la que jamás se apague la chispa.
La paradoja de la búsqueda de la felicidad en todos los aspectos de la vida es que nuestras posibilidades de frustración aumentan.
Y la frustración invoca a su vez a la tristeza, lo último que estábamos buscando.
Las buenas noticias son que ese camino también puede recorrerse en el sentido contrario. El cómico estadounidense Louis C.K. explicaba la maravillosa experiencia que había sentido al dejar que la tristeza le “golpeara como un camión” cuando, en lugar de huir del sentimiento de soledad, decidió entregarse a él.
“Empecé a llorar de una manera brutal y fue precioso”, rememoraba en el programa de Conan O’Brien, “la tristeza es poética”.
El premio por acoger esa emoción que tanto tiempo llevaba negando fue una liberación de tensión y un espectacular chute de hormonas que le arregló el día. La entrevista concluía con la siguiente reflexión: “Es una pena que por no enfrentarte a ese primer momento duro de la tristeza la bloquees (...) porque así nunca vas a sentirte completamente triste, ni completamente feliz”
. Fuente original: http://www.informador.com.mx/
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