Me gusta escribir canciones de amor entre
otras cosas por las noches a la luz de la luna, me hacen pensar qué estoy
acompañada y me inspiro mejor, sin embargo siento qué nadie puede entender el
significado de ellas.
-¡Hey Gabriela! ¿Has terminado de afinar tu guitarra? Eres la única
qué falta- Dijo Alex
-¡Lo siento! Voy en seguida- Dije entusiasmada, tomé mi guitarra
como de costumbre y junto a mis amigos salimos al escenario a tocar nuestra
música rock.
El público como siempre, cantaba con todas sus energías las
canciones de nuestra banda. Algunas hablaban sobre la vida, otras hablaban
sobre el maltrato animal, el maltrato a la mujer, entre otras cosas. Mi
guitarra sonaba radiante aquella noche, como si estuviera inquieta y desesperada
por hacer llegar el sonido hasta la última chica qué se encontraba en ese
lugar. El bajo sonaba tranquilo y despreocupado mientras que la batería sonaba
con energías de querer avanzar y avanzar y no detenerse. La gente coreaba con
nosotros, saltaban de alegría y se empujaban los unos a los otros. El público
nos amaba y disfrutaba de nuestra música.
Sin embargo, a pesar de qué mi guitarra sonaba mejor qué nunca, mi
voz se oía un tanto triste, pues parecía qué la gente estaba más concentrada en
pasarla bien, más qué intentar entender el significado de nuestras letras, y al
ser así mi corazón se sentía un tanto solitario.
-Es lo mismo de siempre…-Dije en voz baja mirando a mi amiga
bajista, en una breve pausa qué tuvimos al finalizar una de nuestras canciones,
ella me respondió con una mirada triste. Miré al público por unos segundos con
una expresión triste, y de repente
divisé a lo lejos algo que había cautivado mi atención. Era una chica de largo
cabello negro liso, de estatura baja con ojos color chocolate.
-La siguiente canción significa mucho para
mí, espero la disfruten…se llama “Canción prohibida”- Dije sonriendo y todos
gritaron. Miré a lo lejos fijamente a aquella chica, y ella me devolvió la
mirada con una sonrisa.
Mi corazón al cantar se sentía inquieto y
feliz, en ningún momento aparté mi mirada en esa chica, nos comunicábamos a
través de nuestras miradas y mi voz al cantar. Quería sentirla cerca mío y
poder acariciar su linda cara y besar esos labios qué formaban una gran
sonrisa. La miraba dulcemente y ella se ruborizaba, como si sintiera que la
estuviera tocando de alguna forma. La miraba coqueta y ella se ruborizaba, como
si hubiera podido alcanzar aquellos labios rojos, la miraba tranquila, como si
estuviera tocando su mano…fue una conexión
tan mágica entre ella y yo, que parecía que estuviéramos haciendo el
amor de una forma muy intensa.
Sabril Winston Haider